3/3/2011: Es marzo en Tres Barrios

Fuente: Diario de Sevilla

PASA LA VIDA

Es marzo en Tres Barrios

 Juan Luis Pavón | Actualizado 03.03.2011 – 01:00

YA es marzo en Tres Barrios. Y ya fue febrero. Y enero. Y otro año igual. Y los vecinos se echan de nuevo a la calle para revivir el rito. Es la luz que todo lo puede. Es la gente de Los Pajaritos, La Candelaria y Madre de Dios, y de Amate en su conjunto, en su via crucis ordinario por la exclusión social que sufren en una ciudad cruel con todo aquel que vive al otro lado de la Ronda del Tamarguillo. Qué arte. Qué nostalgia de cuando eran pobres pero niños. Qué pregón de la posguerra. Qué fracaso de la democracia.

Son más de 20.000 habitantes, pero eso qué importa en la ciudad de las personas. Son carne de estadísticas, objeto de planes y trasunto de rataplanes. Y encima quieren empleo digno, inversiones, educadores, biblioteca, centro de salud, trabajadores sociales, psicólogos. No sé adónde vamos a llegar. Deberían conformarse con ser lo de toda la vida. A alguien le tenía que tocar la china del fracaso escolar, del paro, de los camellos de la droga. Para qué repartir ese marrón, mejor que le toque a los de siempre, a los que no tienen tiempo de encarnar la sevillanía, óle.

Ellos no son una prioridad para Sevilla. Cómo se van a comparar con las setas de la Encarnación. Ellos tienen hongos de infravivienda,papeleta de sitio para la cola del desempleo y una paciencia infinita porque les están tomando el pelo, tanto en los pelotazos como en los tijeretazos les han birlado el derecho a la igualdad de oportunidades. Hace dos años se aprobó al fin el Plan Integral para una potente acción socioeconómicaen la zona. No ha tenido a bien Monteseirín incluirlo en su carrera de inauguraciones. Ni siquiera se ha iniciado. Esos vecinos no son dignos de simbolizar la modernidad, ni de encarnar la presunta mayor transformación de Sevilla desde la Expo 92. Ellos tienen un color especial: el de las pancartas. Y dominan como nadie los silencios de Sevilla, porque tiene bemoles estar callados mientras la ruina avanza como una plaga y otros se lo llevan calentito.